Boulevard de la 24 de Mayo: El moderno paseo de la conmemoración cívica
Por: Antonia Serrano
El Boulevard de la 24 de Mayo se inauguró en 1922 como conmemoración del primer centenario de la Batalla de Pichincha. Se construyó sobre la antigua “Quebrada de Ullaguangayacu” que significa quebrada de gallinazos en quichua o, posteriormente, “Quebrada de Jerusalén”. Siendo uno de los límites al sur de Quito, la quebrada, era utilizada para el desecho de desperdicios, trayendo consigo enfermedades a los habitantes de la ciudad.
En 1908, como parte de las políticas higienistas, se evidenció una preocupación por la limpieza y orden de la urbe para combatir la propagación de enfermedades infecciosas. En este contexto, Francisco Andrade Marín, quien presidió el Consejo Municipal, propuso el relleno de la quebrada de Jerusalén (Fernández-Salvador, 2022, p.452), convirtiéndose posteriormente en un ejemplo de la modernidad del siglo XX.
Las quebradas, que interrumpían la expansión de la urbe, provocando la separación de barrios y manzanas, se conviertieron en un obstáculo para los proyectos de modernidad (Fernández-Salvador, 2022, p.453). Al rellenarlas, no solo se resolvía un problema de salubridad, sino que a su vez se permitió el crecimiento urbano en este caso hacia el sur. La expansión geográfica, contemplabla entonces, la expropiación de terrenos aledaños. Así, según la Gaceta Municipal, en la sesión de 1910, el municipio compró 130 metros cuadrados de terreno de la Avenida 24 de Mayo por el precio de doscientos sucres a uno de los habitantes de la zona. Estos esfuerzos provocaron un desplazamiento de quienes habitaban en la zona, particularmente de las clases populares, quienes se vieron obligados a mover sus viviendas hacia el sur de la ciudad, más allá del antiguo límite de la Avenida de la 24 de Mayo.
Para la celebración centenaria de 1922, el municipio se propuso crear un amplio boulevard, cuyos principios y valores estéticos seguían el modelo urbanístico europeo del Barón de Haussmann, funcionario público parisino durante la segunda mitad del siglo XIX, quién, bajo encargo de Napoleón III, renovó y reconfiguró la ciudad de París, bajo un plan de intervención que buscaba articular la ciudad, modernizar los servicios públicos, uniformizando y embelleciendo el paisaje urbano (Calatrava J., 2016). Haussman, implementó de esta manera servicios de alcantarillado, grandes avenidas y boulevares que conectaban a la ciudad parisina, construyendo una urbe digna del ciudadano en respuesta a las necesidades de la modernidad.
Los boulevares, algunos de los cuales perduran hasta hoy, eran avenidas de gran anchura y longitud, que permitían la fácil conexión entre diferentes puntos de la ciudad y que por lo general se encontraban ornamentados con monumentos de gran altura. Además, prometían un impacto en cuanto a la vida del ciudadano, invitado al uso ordenado del espacio público. Con frecuencia, en los boulevares se construían grandes almacenes, como correspondía a la vida moderna (Gamboa, 2005). El diseño del boulevard de Haussman entonces, regulaba la expansión de la ciudad, pero también el comportamiento social y la construcción de la memoria ciudadana a través de sus monumentos.
De igual forma, la Av. 24 de Mayo que tomó forma en 1922 como parte de la Celebración Centenaria de la Independencia de Quito, se constituyó como un espacio moderno por excelencia. Además, este boulevard ayudó a construir un sentido de pertenencia y apropiación nacional, pues articulaba una ruta conmemorativa que se proyectaba hacia la Cima de la Libertad, en el occidente de la ciudad, lugar donde se obtuvo la victoria de la Batalla de Pichincha en 1822.
La construcción de un espacio moderno no fue impedimento para la conservación de La Capilla del Robo[1], ubicada en el borde de la Quebrada de Jerusalén, que traía a las memorias ciudadanas una conexión del pasado con el presente moderno. A pesar de las expropiaciones realizadas para la construcción del boulevard, esta conservación no fue una casualidad debido a que moradores del barrio de San Roque ,junto con corporaciones de laicos apoyados por la Iglesia Católica, se asegurarían de que la capilla se mantenga en su lugar de origen (Fernández-Salvador, 2022).
Monumento a los Héroes Ignotos
El Monumento a los Héroes Ignotos, realizado alrededor de 1922, es un homenaje a todos quienes lucharon en la Batalla del 24 de Mayo y no habían sido reconocidos. El monumento consta de una base cuadrada de cemento prieto, que sostiene a una columna de gran altura tallada en piedra proveniente de las canteras de la ciudad, la que a su vez está coronada por un cóndor.
Para la construcción de este monumento, el 25 de Noviembre de 1921 se celebró la firma del contrato entre el reconocido arquitecto Francisco Durini y el Coronel Almeida Suarez, director de la sociedad de estudios históricos militares. En este se proporcionaban detalles sobre su ejecución. “Las dimensiones del monumento serán de seis metros treinta i un centímetros en su base (…) y su total de altura será de once metros cincuenta centímetros” (Contrato N. 1922000, 1922, Fondo Durini). Siguiendo el modelo urbanístico de Haussmann, su gran altura se imponía ante el observador, permitiéndole contemplar el monumento a la distancia, drigiendo su atención y caminar.
El contrato explicaba que el cóndor debía aparecer defendiendo al escudo de armas de Ecuador. Además, se daban instrucciones específicas sobre los materiales que se debían emplear, con el fin de concederle resplandor y brillo: “Se ejecutara de cemento prieto, i se le broncerá imitando lo mejor posible al verdadero bronce” (Contrato N. 1922000, 1922, Fondo Durini). La primera grada se realizaría con “piedra artificial hecha de cemento pietro” y todo el resto hasta la altura de la base de la columna, será de “piedra azul proveniente de las canteras de esta ciudad”, evidenciando el uso de recursos propios del sector para la creación de este monumento. Finalmente, según se anota en el contrario, para la creación de este monumento se pagó el total de 6900 sucres a Francisco Durini, y se le entregó 50 barriles de cemento prieto.
Cabe resaltar que el monumento original fue derrocado en 1984, durante la remodelación de la 24 de Mayo. Como señala Alfonso Ortiz, “cuando se decidió reponer la columna, una vez que se terminó la nueva 24 de Mayo, se habían robado el cóndor. Y tuvieron que hacer uno de fibra de vidrio” (Cuvi, 2018, par. 22). Actualmente, el monumento es conocido como Monumento del Águila por los moradores de la zona, debido al impresionante parecido del cóndor con un águila. Este no comparte ningún parecido con el original de Francisco Durini y se ha perdido su significado con el pasar de tiempo.
- Toma su nombre debido a que en 1649 los pobladores de Quito se reúnen para encontrar a los ladrones de los copones sagrados. Copones que fueron robados de la iglesia provisional de las monjas Clarisas. De esta manera los objetos robados son encontrados por tres sacerdotes que caminaban por la Quebrada de Jerusalén. ↑
Calatrava, J. (2016). “El París de Haussmann como territorio de la utopía: Víctor Fournel (1865) y Víctor Hugo (1867). Quintana: Revistas de Estudos do Departamento de Historia da Arte 15: 53-71.
Contrato N. 1922000, 1922, Fondo Durini. Fundación Museos de la Ciudad.
Fernández-Salvador, C. (1922).“Imágenes y lugares sagrados frente a las celebraciones centenarias: tensiones entre la tradición y la ciudad moderna”. Tejer República: Historia, Memorias y Visualidades a 200 años de la Batalla de Pichincha (447-464). EdiPUCE.
Gaceta Municipal (1910). Sesión ordinaria del 13 de abril de 1910, I: 157-168
Gamboa, P. (2003). “El sentido urbano del espacio público” Revista Bitácora Urbano Territorial 1, 7: 13-18.
Cuvi, P. (2018). “Alfonso Ortiz conservación (y destrucción) de Quito”. Revista Diners 438. https://revistamundodiners.com/alfonso-ortiz-conservacion-y-destruccion-de-quito/
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