El Ejido o Parque de Mayo: Rebasando los límites de la antigua ciudad
Por: Andrea Montero
Con las celebraciones centenarias aproximándose, y los crecientes casos de enfermedades como la tifoidea, aumentó el interés por las acciones salubristas que ya se venían aplicando en Europa. Bajo el discurso de prevención de enfermedades y de mejorar la calidad de vida de los quiteños, surge el higienismo, que buscaba enfrentar una serie de conflictos de la ciudad, y se crean políticas de salubridad, se limpian mercados, calles y barrios, se diseñan protocolos de manejo de alimentos, se arreglan alcantarillas, y se implementan leyes de limpieza del hogar y la de los ciudadanos. Eduardo Kingman (2003) explica que las prácticas de ornato separan, mientras que, el higienismo urbaniza y civiliza el cuerpo de los individuos, así como el cuerpo social. Así, los proyectos higienistas, se adentran a los hogares, los trabajos, hasta los espacios públicos, con regularizaciones que, en muchos casos, marginalizaban y dividían a la sociedad quiteña.
Un caso interesante, es el de los nuevos barrios, entre esos “La Argentina”, que se encontraba ubicado a una cuadra de la Alameda. En los anuncios promocionales del barrio, se lo describe como un “nuevo e higiénico barrio” (El Comercio,1918). Esta descripción podía interpretarse como que los nuevos barrios que estaban surgiendo eran más higiénicos, con alcantarillado, agua potable, y las quebradas rellenas, mientras que los barrios antiguos seguían siendo antihigiénicos. Esto generó una idealización de ciertos sectores en la ciudad, y dividió a la sociedad quiteña entre aquellos que podían permitirse vivir en estos barrios higiénicos y modernos, y aquellas personas que no.
El ornato público, es decir, el embellecimiento de la ciudad y ordenamiento urbano, no surge únicamente por las celebraciones cívicas, su función ordenadora se establece dentro del inconsciente colectivo, pues el embellecimiento de una ciudad da cuenta de una sociedad “civilizada”. (Kingman, 2003) Algunos monumentos insertos en el espacio público, como plazas y parques, tienen la función de exaltar y recordar sucesos de batallas y a los personajes que participaron en ellas, como el monumento a los Héroes Ignotos. Estos monumentos forman parte de la creación de una identidad colectiva y fomentan el patriotismo en las comunidades cercanas a estos espacios. Sin embargo, también existen monumentos de ornato cuyo objetivo principal es embellecer la ciudad, como “La Insidia” o “La Lucha Eterna”. Estos monumentos no tienen una función histórica específica, sino que se utilizan con el propósito de mejorar la estética de ciertas zonas de la urbe.
Más allá de únicamente conmemorar la historia, el creciente interés por el ornato a inicios del siglo XX, da cuenta de un avance intelectual. Este interés demuestra que, desde la independencia de la ciudad cien años antes, hubo un aumento del conocimiento, de la tecnología, del arte y, en particular, de desarrollo hacia una ciudad moderna, es decir, higiénica y ornamentada por la escultura pública.
Escultura ornamental en El Nuevo Parque de Mayo/Ejido
El parque El Ejido, también llamado parque de Mayo o parque Centenario, fue el foco de atención dentro de los proyectos de embellecimiento urbano, así como el sector alrededor del parque al cual se denominaba el “Por venir de Quito” (El Comercio,1922). Previa a su transformación a parque de Mayo, el Ejido había atravesado distintos cambios a lo largo de la historia, desde la época colonial, cuando se le dio el nombre de “Ejido” debido a que los españoles se apropiaron de los montes y terrenos en las afueras de la ciudad con el fin de mantener el control sobre el uso del suelo. Estos espacios, denominados “ejidos del Rey”, eran de uso común para pastoreo de animales y no se permitía la siembra o el cultivo (Cuvi N., 2022).
Incluso, su quebrada, fue utilizada para botar desechos, convirtiéndose en un lugar antihigiénico a pesar de que era la entrada norte de la ciudad. Por este motivo, a finales de 1920, la Junta del Centenario, motivada por las políticas salubristas y la aproximación de las fiestas centenarias, empieza la transformación de estos terrenos en un parque urbanizado (Capello E., 2022).
La expansión urbana alrededor del parque fue hecha por el Anglo-French Syndicate, sindicato británico-francés organizado con el fin de expropiar 28 acres de terreno al norte del parque del Ejido para realizar obras de alcantarillado y salubridad. Como explica John F. Uggen, el sindicato formó la Ciudadela del Centenario, actual parroquia Mariscal Sucre, y en 1922 la “Compañía de mejoras Urbanas” compra y luego levanta sobre estos terrenos el núcleo del Nuevo Quito, lugar de residencia para la élite, para los ciudadanos modernos (Uggen, 2022, p.8).
En cuanto al parque, considerado el mayor atractivo de esta nueva zona, la Junta del Centenario planificó su embellecimiento, con el fin de que sea inaugurado en los festejos centenarios de la Batalla de Pichincha. Para ello, se diseñaron jardines y se plantaron árboles ornamentales, se instaló agua potable, e incluso en un punto se realizó un cerramiento alrededor del parque. A pesar de las acciones que se tomaron con el fin de embellecer el parque, a inicios del año del Bicentenario, se instala el Batallón de Carchi en gran parte del terreno del parque, y se rumoraba una próxima construcción de un cuartel. Esto levantó mucha crítica por parte de la ciudad y los medios de comunicación. (El Comercio,1922)
A partir de los festejos del Centenario, se trató de que este parque guarde la memoria al tiempo, exaltando la modernidad de la ciudad por medio de la escultura ornamental. En el Centenario de la Batalla de Pichincha, en conjunto con la inauguración del parque, también se celebran las nuevas esculturas que darán identidad al Parque de Mayo, entre estos el Monumento a Alexander Von Humboldt, erigido por la colonia alemana, que residía en Quito. En la entrega del monumento, el señor William Schroeter, un ciudadano alemán expresó:
“Como un testimonio de gratitud y aprecio de su colonia a nuestra fértil y privilegiada tierra, se levantaba ese monumento, que perpetuará la memoria de sabios como Wolf, Humboldt y otros, que atraídos por la hermosura de sus montañas, que desafían los cielos, vinieron, ora a sentar sobre bases sólidas muchas doctrinas científicas y ora también a rectificarlas, favorecidos por el amplio laboratorio que la naturaleza ha establecido en nuestro suelo.” (El Comercio, p.6, 1922)
La instalación de ese monumento en el parque por parte de la colonia alemana tenía como objetivo resaltar figuras alemanas relevantes y dar a conocer a los quiteños el nombre de estas personas, desde la idea de que gracias al país ellos habían logrado sus descubrimientos científicos. El monumento es un busto de Humboldt sobre un alto pedestal y la base está rodeada de placas con nombres como Theodor Wolf y Hans Meyer, reconocidos científicos alemanes. Tomando en cuenta el discurso, definir el territorio ecuatoriano como un laboratorio, invita a más países modernos a asentarse (así como lo hizo la colonia alemana) en este espacio que ofrece su tierra como objeto de estudio.
Por otro lado, otra escultura que se que se instaló en el parque fue la fuente de la Insidia, del artista ecuatoriano Antonio Salgado, formado en la Escuela de Bellas Artes de Quito, lugar fundamental para la creciente modernidad quiteña, según Mireya Salgado y Carmen Corabalán de Celis (2013). La escuela estaba fuertemente influenciada por una tradición clásica, “los alumnos de la Escuela de Bellas Artes llegaron a conocer las obras más importantes de la cultura clásica europea, y continuaran por la senda de la enseñanza clásica y académica.”(Salgado y Corbalán de Celis, 2013, p.147). Así, la fuente, hecha de bronce e instalada en 1922, daba muestra de dicha influencia clásica, tanto en la técnica, como en la temática. Tenía en el centro una mujer desnuda, que posaba sujetando una serpiente de su cabeza con repudio y, rodeándola, cuatro jarrones de donde fluía agua. Se piensa que dicha mujer es una representación de la ninfa Eurídice, quien dentro de la mitología es secuestrada por Aristeo y al escapar es mordida por una serpiente y fallece. Así, en la fuente, Eurídice sostiene a la serpiente con desdén. Al filo de la fuente, se instalaron cuatro focas que giran su cabeza hacia la mujer. En su inicio la fuente tenía una base de césped y plantas, mientras que los caminos que la rodeaban eran de tierra, haciendo resaltar aún más su presencia.
Al norte del parque, se colocó en 1923 la escultura “La Eterna Lucha” del escultor francés Emile Edmond Peynot. Realizada en 1903, esta fue un obsequio de la Colonia ecuatoriana residente en Francia. Esta escultura de bronce retrata a dos gladiadores enfrentándose, como una pelea entre el bien y el mal. uno de ellos sometiendo al otro. El dragón sobre el que luchan también participa en el enfrentamiento, y así gira su cabeza hacia uno de los gladiadores con intenciones de atacarlo, mientras muestra su lengua bífida cual serpiente y sus grandes colmillos. La escena se levanta sobre un pedestal de rocas, y en la parte inferior hay un tipo de sonajero con la cabeza de arlequín, del cual salen una monedas que caen por las rocas.
En la escultura se encuentra tanto la firma del artista como la de los fundidores “Jaboeuf & Rouard Fondeurs”.Al ser entregada la escultura, el entonces ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador, Clemente Ponce dijo que este monumento “será sin duda el ornamento más digno del parque del Centenario” (1922) Dando cuenta de la importancia, tanto del artista como de la escena que representa.
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