La Alameda: Un enclave para la modernidad científica

Por: Antonia Serrano

Los ideales de la nación moderna a finales del siglo XIX y principios del siglo XX condicionaron la manera en que el Ecuador se imaginó a sí mismo y se posicionó ante el mundo. En Quito, estos ideales se evidenciaron en preocupaciones en torno a la urbanización de la ciudad, la calidad de vida del ciudadano y la promoción del desarrollo científico y tecnológico (Marín y Morales, 2010). En este contexto, se ratificó el papel del Estado en el fomento de la cultura y la ciencia. El desarrollo científico fue uno de los pilares de la nación moderna, puesto que este revela su progreso y el aporte intelectual que el Estado proporciona a sus ciudadanos.

A través de la creación de infraestructuras como el Observatorio Astronómico, la participación en investigaciones como la Misión Geodésica Francesa o la creación de espacios que conmemoren y concentren la ciencia, se buscaba exponer ante la ciudadanía los logros en cuanto al desarrollo material e intelectual, el bienestar social, la libertad social y los valores ciudadanos (Marín, Morales, 2010). Se buscaba formar una sociedad culta, conocedora de la ciencias y que puediera apreciar las artes, entrenando no solo el intelecto del ciudadano sino también la mirada en cuanto a la apreciación artística. La Alameda, entonces, ponía en diálogo a las artes y a la ciencia, en un proyecto de formación del ciudadano moderno.

Ciencia, arte y modernidad en el diseño del parque

La Alameda se constituyó en un espacio para la academia y las ciencias desde 1736, como un proyecto de la Academia Pichinchense. Siendo la primera academia científica del Ecuador, a cargo de la orden jesuita, ésta la convirtió en sede de sus investigaciones y producciones científicas. Abandonada tras la expulsión de los jesuitas, durante el mandato del Presidente García Moreno, el parque se convirtió en una extensión del campo de experimentación de la Politécnica (Pozo, 2002). Su importancia al servicio de la academia se consolida durante la década de 1870, con la instalación del Jardín Botánico fundado por Luis Sodiro (Cuvi, 2022), en donde se realizan ensayos agrícolas y plantaciones de especímenes europeos y del Observatorio Astronómico. La importancia de este lugar para la formación de la ciudadanía moderna la resume claramente Juan Bautista Menten, religioso jesuita y director del Observatorio Astronómico:

Muy justo, muy importante es, que lo conocido se ponga al alcance de todos, en cuanto sea posible, porque todos tienen derecho de participar (…) Todos tienen un vivo interés innato de entrar en los arcanos de la ciencia y gozar de la belleza de la verdad por donde sea que brille. (Boletín del Observatorio Astronómico de Quito, 1878).

El Observatorio Astronómico, siendo uno de los más antiguos de América Latina, acoge a la historia y la observación científica. Un edificio de grandes dimensiones que llama la atención de quien lo mira por sus esquinas cilíndricas y alargadas. No solo contempla un espacio de la ciencia moderna, sino que conmemora mediante la conservación de instrumentos astronómicos las misiones geodésicas francesas realizadas. Se instaura entonces, como un centro histórico del conocimiento que coloca además el progreso científico en las mentes jóvenes de la ciudad.

En la era del progreso, se pensaba en el arte como un motor transformador hacia la modernidad tan deseada por el país, puesto que representa un grado de evolución social (Corbalán y Salgado, 2013). La formación de los artistas siguiendo los ideales del arte académico europeo, contribuía a consolidar los ideales de la nación moderna. La Escuela de Bellas Artes, fundada en 1904, se estableció dentro del parque La Alameda frente a la iglesia del Belén. Rodeada por dos lagunas circulares que daban la bienvenida a los visitantes, el lugar garantizaba el aprendizaje y formación de los artistas modernos

Finalmente, y para completar la importancia académica y científica del espacio, se fundó la Biblioteca Nacional, como resultado del proceso modernizador que acompañó a la celebración del centenario de la Batalla de Pichincha. De hecho, una nota de prensa publicada en el periódico El Día, en enero de 1922, señala que se había realizado un avalúo de El Coliseum, hasta entonces un lugar para la celebración de eventos, “que el gobierno desea adquirir para que allí funcione la Biblioteca Nacional”. El avalúo fue enviado al Presidente de la Junta del Centenario de la Batalla de Pichincha, esperando que ésta contribuya con un porcentaje para la adquisición de la propiedad (El Día, enero de 1922). Construido por el arquitecto Luis Felipe Donoso Barba, el edificio de estilo francés fue derrocado en la década de 1970 (H. López, 2018). En imitación de los palacios franceses El Coliseum exhibía a ambos costados elegantes mansardas, como se conoce a la ventana sobre la cubierta, popularizada por Jules Hardouin Mansart en el siglo XVII.

A inicios del siglo XX, estos edificios hacen de la Alameda un espacio de intercambio entre las artes y las ciencias, logrando que el ciudadano de la época amplíe sus áreas del conocimiento no solo científico sino estético. Enmarcado en un espacio de encuentros de la modernidad, el arte también se hace presente en el embellecimiento del mismo parque, y de manera particular en sus esculturas conmemorativas, como es la que se erigió en homenaje a las misiones geodésicas francesas.

Monumento en homenaje a la Misión Geodésica Francesa

El Monumento a la misión Geodésicas francesa, hecho de piedra y cobre fue realizado entre 1911-1913 por Paul Louis Emile Loiseau-Rosseau, escultor francés reconocido por su trabajo en escultura de oro y cobre. Se ubica en el parque de La Alameda, frente al Observatorio Astronómico. El monumento fue comisionado por el Comité Franco-Ecuatoriano, como consta en el acta de sesión ordinaria de la Gaceta Municipal de 1913, donde se pide que como parte del programa de festejos del 10 de Agosto se llegue a un acuerdo para su construcción del monumento (1913).

El monumento rinde homenaje a la ciencia y el progreso provenientes de las misiones geodésicas, expediciones que tuvieron como objetivo medir la distancia de un grado de latitud (Francou, 2013). La primera misión se realizó entre 1735-1744, periodo durante el cual Francia colocó su interés científico en la realización de mediciones en Ecuador. La segunda misión se realizó entre 1901-1906, de la mano de la nación ecuatoriana, con el objetivo de utilizar las nuevas tecnologías modernas para comprobar o ratificar las mediciones de la misión anterior.

Para inaugurar el monumento se realizó una ceremonia durante la cual el presidente Eloy Alfaro colocó la primera piedra del monumento. La celebración ratificaba la unidad entre Francia y Ecuador, como si la primera apoyara a la segunda en su esfuerzo para ser parte de una comunidad moderna y científica. Así, en palabras de Luis Felipe Borja, presidente del Comité franco-ecuatoriano, el avance científico garantizaba una hermandad entre Francia y Ecuador: “Ciudadanos franceses y ecuatorianos, pertenecientes á una misma raza, que cifra su orgullo en haber arrancado á la Naturaleza, merced a la Ciencia” (Borja, 1911). Lo que es interesante es que, para Borja, las mediciones que se llevaron a cabo en el Ecuador tuvieron un impacto a nivel mundial, siendo el propósito del monumento: “Perpetuar el recuerdo glorioso de los sabios que vinieron a estas regiones, con el objeto de acopiar infinidad de datos para la precisión exacta de la configuración de nuestro planeta” (Borja, 1911).

El monumento de piedra hace referencia a las esbeltas pirámides que se colocaban para realizar las mediciones terrestre, trayendo a la memoria del espectador los avances globales que se dieron gracias a las misiones geodésicas francesas realizadas. En la cara sur se encuentra Urania, musa griega de la astronomía y astrología. Con un brazo extendido, la musa escribe sobre una placa del monumento la historia de quienes participaron en las misiones. Es la musa quien firma de manera simbólica la entrada de la nación ecuatoriana a la modernidad científica.

Al lado norte se puede observar al gallo, ave nacional y emblemática de Francia, posando sobre un barco haciendo alusión al viaje desde Europa a los territorios ecuatorianos Borja explica su relevancia en este monumento de siguiente manera: “El gallo francés cantó, surgió, sol de la libertad, y el cóndor de los Andes, que mira cara a cara al sol resplandeciente, elevó su vuelo hasta él, y repentinamente dispersó con su grandioso aleteo las nueves que pretendían oscurecerlo” (Borja, 1911). Se representa entonces a la llegada triunfante del país científico europeo, Francia, a los territorios ecuatorianos incluyéndolos de igual manera en el proyecto moderno de comprobar las medidas de la primera Misión Geodésica Francesa.

En la parte superior encontramos al cóndor con alas abiertas a punto de volar representando al Ecuador y a su vez a la cordillera de los Andes. Sobre sus alas un globo terráqueo cruzado por varios meridianos y una franja gruesa horizontal: la línea ecuatorial.

Como señala Ernesto Capello, “el cóndor sentado sobre un globo terráqueo… consolidaba el albrazo de la centralidad mundial de la ciudad y la nación”. El monumento, de esta forma, ratificaba el lugar predonderante del Ecuador en la nueva modernidad científica.

Araguillín. A (2016), Programa de interpretación patrimonial en el Parque La Alameda de Quito para promover la conservación y valoración de sus recursos naturales y culturales. Tesis de grado. Pontificia Universidad Católica

Borja. L (1911), Comité Franco Ecuatoriano. Colocación de la primera piedra del monumento que en homenaje a los Académicos Franceses que vinieron al Ecuador en los siglos XVII y XX, se erguirá en la Alameda Quito, CCE Benjamín Crarrión, Quito:S.E, http://repositorio.casadelacultura.gob.ec/handle/34000/768

Corbalán. C, Salgado. M (2013), La Escuela de Bellas Artes en el Quito de inicios del siglo XX: liberalismo, nación y exclusión. Revista del Instituto de la Ciudad 1, 3: 135-160.

Capello, E. (2010). Mapas, obras y representaciones sobre la nación y el territorio. En V. Coronel y M. Prieto (Eds.), Celebraciones centenarias y negociaciones por la nación (pp. 77-121). Ministerio de Cultura Ecuador, FLACSO Ecuador

Francou. B (2013, Ecuador y Francia: diálogos científicos y políticos (1735-2013), Instituto

Francés de Estudios Andinos, FLACSO Ecuador.

Gaceta Municipal (1913) Sesión ordinaria del 12 de julio de 1913, Gaceta Municipal, Quito, Ecuador Año IV, pp.185-200

López.H (2018). Palacio del Coliseum (desaparecido), Enciclopedia de arquitectura patrimonial quiteña, Los Ladrillos de Quito, https://losladrillosdequito.blogspot.com/2018/03/palacio-del-coliseum-desaparecido.html

Marín. A y Morales. J (2010). “Modernidad y modernización en América Latina: una aventura inacabada. Nómadas: Critical Journal of Social and Juridical Sciences. 26, 2: 2- 21.

Menten. J (1878). Boletín del Observatorio Astronómico de Quito 1:1-15. Num.1, pp. 1-15

Pozo. J (2002). Plan especial La Alameda. Municipio del Distrito Metropolitano de Quito.

          

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