¿Qué es Arte en la Ciudad?

Arte en la Ciudad es un proyecto de humanidades digitales creado por Fundación Legarte, organización dedicada a la conservación colectiva y dinamización del patrimonio cultural. Buscamos aprovechar el potencial educativo del arte y el patrimonio cultural para la construcción de la memoria social y el fortalecimiento de una ciudadanía participativa en su territorio.

La exposición virtual Construyendo un Quito moderno: escultura y espacio público en las conmemoraciones cívicas entre 1892 y 1922” es una primera propuesta que vincula a estudiantes universitarios de distintas carreras en un proyecto de investigación de historia urbana de la ciudad de Quito, a través del arte y la resignificación del patrimonio cultural local.

La investigación se concibe desde la materia Arte y Nación, impartida por la historiada Dra. Carmen Fernández-Salvador en la Universidad San Francisco de Quito, en conjunto con Carla Freile, gestora cultural independiente y representante de Fundación Legarte, con la finalidad de crear un espacio de colaboración e implicación activa de jóvenes estudiantes en la generación de conocimientos, visiones y narrativas de la historia del territorio en el que estudian, Quito.

De esta manera, la academia y la gestión cultural se activan para la preservación del patrimonio cultural, la apropiación del espacio público y la construcción de la memoria social sobre nuestra ciudad.

Las celebraciones centenarias y la construcción del Quito moderno

Por: Carmen Fernández Salvador

En Quito, las conmemoraciones cívicas a del siglo XIX e inicios del XX estuvieron inextricablemente ligadas a un proceso de transformación y expansión urbana, el que a su vez se entendía como un esfuerzo civilizador y modernizador. Al igual que en otras ciudades latinoamericanas, notablemente México, según los estudios de Mauricio Tenorio Trillo (2017), la construcción de edificios modernos como fueron el Hospital Eugenio Espejo, la Oficina de Correos, edificios comerciales como el Pasaje Royal y el Banco del Pichincha, así como las obras de canalización, empedrado y pavimentación, resultaron de un esfuerzo compartido entre las instituciones estatales, los tecnócratas, intelectuales y empresarios, que buscaban convertir a la ciudad en una urbe cosmopolita (Fernández-Salvador 2022).

En este momento, la modernización de las ciudades fue un proceso ordenador, marcado por el discurso salubrista y por las ideas sobre el ornato público que circulaban en la época, como ha argumentado Eduardo Kingman con respecto a Quito (Kingman, 2003; Kingman, 2006). El higienismo fue una corriente liderada por médicos que buscaban sanear las ciudades, particularmente los barrios más pobres, con el fin de prevenir el contagio de enfermedades. Mientras tanto, el ornato público, subordinado al “buen gusto” de las élites, servía a decir de Kingman como una estrategia de exclusión.

Durante este período, el crecimiento de Quito estuvo marcado por la segregación espacial. El plano realizado por Higley en 1903, y el levantado en 1922 por los oficiales topógrafos, bajo las órdenes del General Rafael Almeida Suárez en ocasión del centenario de la Batalla de Pichincha, dan cuenta de la rápida transformación de la ciudad. En el primero, la urbe está atravesada por quebradas que serían rellenadas en los años siguientes como parte de las políticas salubristas. Lo que es aún más interesante, el perímetro de la ciudad, aunque comienza a extenderse hacia el sur y norte, sigue confinado a un área concéntrica. Por el sur, la avenida Maldonado atraviesa el barrio de la Recoleta y se dirige hacia el río Machángara, lugar en donde se construyeron las primeras fábricas. Hacia el norte, Quito se extiende hasta la Alameda, un parque cercado y de cuidadoso diseño que invitaba al esparcimiento de las clases acomodadas, como sugieren algunas fotografías de la época.

Según se observa en el plano de 1922, por otro lado, en tan solo veinte años la ciudad había dado un salto significativo, expandiéndose hacia norte y sur de forma acelerada en anticipación, como bien anota Wilson Miño Grijalva, de “la consolidación urbana en el futuro” (Miño Grijalva, 45). Se trataba de un crecimiento planificado que aseguraba la segregación de la población. Hacia el sur, ya se había incorporado dentro del perímetro urbano antiguas parroquias rurales como la Magdalena. Por el bajo costo del suelo, en esta zona y trepando las lomas se concentraron los barrios populares como Aguarico, La Colmena y La Libertad (Miño Grijalva, 46). Hacia el norte de la Alameda, por otro lado, el plano muestra el barrio América, una ciudadela para las clases medias que se promovía por la calidad del suelo, la cercanía al Ejido y al tranvía, entre otras cosas (Del Pino et. al., 58). En el plano se identifican también los terrenos de la Anglo French Syndicate y del Banco del Pichincha, limitados por El Ejido y el Hipódromo, en donde se levantaría poco después el barrio de la Mariscal. Promocionado como una “ciudad jardín”, moderna, cómoda y agradable, esta zona se convirtió en lugar de residencia de las élites y de las clases profesionales (Del Pino et. al., 57).

Las primeras décadas del siglo XX, que coincidieron con las celebraciones centenarias, estuvieron marcadas por el acelerado crecimiento de la ciudad. La urbe que se preparaba para la conmemoración cívica se imaginaba moderna, por la aplicación de políticas salubristas y de ornato público, pero también por el ordenamiento espacial y la segregación social.

La escultura conmemorativa y el espacio público

Por: Carmen Fernández Salvador

En Quito, el espacio público se consolidó en la segunda mitad del siglo XIX. Como bien ha señalado Natalia Majluf con respecto a Lima, el estado empezó entonces a reclamar las calles y plazas de las ciudades, secularizándolas (Majluf, 1994). La escultura pública fue instrumental en este proceso, pues determinó la forma en que se experimentaba el espacio urbano, controlando la atención del caminante y dictando rutas de circulación. La escultura conmemorativa, por otro lado, también sirvió para definir “lugares de la memoria”, en palabras de Pierre Nora, sirviendo como continuo recordatorio de la historia republicana (Nora 1989, 7-24). Junto con los rituales cívicos que se organizaron a su alrededor, los monumentos conmemorativos funcionaron como herramientas de una memoria prostética, o artificial, como anota Nora, que de manera selectiva da forma y preserva una narrativa oficial.

En 1888, en anticipación a la conmemoración del Primer Grito de la Independencia, se identificaron lugares privilegiados cuya importancia se resaltaba por medio de placas conmemorativas (Fernández-Salvador 2015; El Municipio 1889, 8). Entre éstos se encontraban la casa de Manuela Cañizares, junto a la iglesia del Sagrario, y el Cuartel Real de Lima. A la construcción de la memoria oficial contribuyeron los medios impresos y las imágenes grabadas. De esta forma, en la revista El Municipio, circularon los retratos de los próceres de la gesta libertaria como ejemplos de virtud cívica, así como un grabado que mostraba la fachada de la residencia de Cañizares. Los mismos retratos se pusieron a circular de forma masiva entre los asistentes a las celebraciones públicas, asegurando su máxima difusión.

Para la escultura conmemorativa se preferían materiales a los que se consideraba nobles, como eran el mármol y el bronce (Majluf 1994; Vanegas Carrasco 2020). Éstos no solo eran difíciles de conseguir, sino que además eran ajenos a la tradición escultórica ecuatoriana que, aun a fines del siglo XIX y con notables excepciones, se mantenía fiel a la talla en madera policromada (Majluf 1994; Vanegas Carrasco 2020). En parte por ello, pero también por un interés en alinearse con el academicismo, en Quito al igual que en otras ciudades de América Latina, la comisión para la realización de las tempranas esculturas conmemorativas recayó en artistas europeos.

Durante la era del progreso, la colocación de monumentos conmemorativos y las celebraciones cívicas iban acompañadas de exposiciones de arte e industria, las que permitían a las élites locales imaginarse como modernas y cosmopolitas. De esta forma, la llegada del monumento a Antonio José de Sucre coincidió con la exposición nacional de 1892, que se llevó a cabo en preparación a la Exposición Universal de Chicago, de 1893, y en la que se exhibieron productos ganaderos y agrícolas, así como obras de arte y artesanías (Cuadro sinóptico de las calificaciones hechas a las obras y productos presentados en la exposición nacional). Estas exposiciones también hablaban del fortalecimiento de la esfera pública y de la sociedad civil, y del reconocimiento de la existencia de un nuevo espectador, crítico y deliberante.

Cuadro sinóptico de las calificaciones hechas a las obras y productos presentados en la exposición nacional. (1892). Quito: Imprenta del Clero.

Del Pino, I., Compte F., Abad, M.L., Tommerback, M., Cepeda, F., Rocha, P., Ponce J., Peralta, C., Kubes Zak, M. (2009). Ciudad y Arquitectura Republicana del Ecuador 1850-1950. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Fernández-Salvador, C. (2015) De monumento a cuerpo: reinventando la memoria de Sucre en Quito (1892-1900). 19 & 20, 10, 2.

Fernández-Salvador, Carmen. (2022). Imágenes y lugares sagrados frente a las celebraciones centenarias: tensiones entre la tradición y la ciudad moderna. Tejer República: Historia, Memorias y Visualidades a 200 años de la Batalla de Pichincha. EdiPUCE.

Kingman, E. (2003). Historia social y mentalidades: Los higienistas, el ornato de la ciudad y las clasificaciones sociales. Íconos (15), 104-113.

Kingman, E. (2006). La ciudad y los otros. Quito 1860-1940: Higienismo, ornato y policía. Quito: FLACSO.

Majluf, N. (1994). Escultura y espacio público. Lima, 18501879. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

Miño Grijalva, W. (2018). Ferrocarril y modernización en Quito: un cambio dramático entre 1905 Y 1922. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar.

Nora P. (1989) Between Memory and History: Les Lieux de Memoire. Representations, University of California Press, No. 26, Special Issue: Memory and Counter-Memory, Primavera. 7-24.

Programa de los Festejos y Actos Públicos con que El Concejo Municipal de Quito celebrará el 80 aniversario del 10 de agosto de 1809. (1889) El Municipio. Número extraordinario.

Vanegas Carrasco, C. (2020). ‘Estatuomanía’ en América Latina: aproximaciones a la escultura conmemorativa de fines del siglo XIX y principios del XX. Arquitextos 27, 35): 67-82.

          

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